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Rupturas a la ultima

Posted By on 26 febrero, 2010 in Extraconfidencial | 0 comments

“No puedo perder a mi esposa por culpa de esto. Si pierdo a mi esposa, no quiero vivir” Son palabras del futbolista inglés Ashley Cole. ¿Qué ha pasado para que el lateral del Chelsea haga estas declaraciones? Pues que ha engañado en repetidas ocasiones a su mujer, la cantante Cheryl Cole y ahora está arrepentido. El jugador ha tenido hasta cuatro relaciones extramatrimoniales, que se sepan, claro, que son las que han salido a la palestra contando sus aventuras de alcoba y los coqueteos a través del móvil con el futbolista. A su mujer no le ha hecho falta más que un mensaje de móvil con 160 caracteres para romper su matrimonio y dejar a su esposo. Demasiadas letras para quien no las merece; se puede dejar a alguien con muchas menos, bastan 6 o 7: te dejo o se acabó. La cantante no ha creído que su marido mereciese mayores muestras de respeto a la hora de la ruptura. Además, parece ser que no habrá nada que el futbolista pueda hacer para que ella vuelva con él y arreglen su matrimonio.

A este deportista le ha pasado lo mismo que a Tiger Woods, con la diferencia de que al golfista –nombre que le viene que ni pintado- se le han conocido bastantes más mujeres que al futbolista. El caso sigue siendo cuestión de pelotas y, curiosamente, los dos, después de haber engañado a sus mujeres sin escrúpulos ni contemplación alguna, se han rebajado hasta límites insospechados para volver con ellas y para que los perdonen. Sin ir más lejos, Tiger ha dado hasta una rueda de prensa para pedir perdón públicamente en la que ha reconocido todo el daño que ha causado, sus infidelidades, sus engaños, su traición y su egoísmo. Por lo pronto ya ha conseguido que su mujer paralice el divorcio. Tiger afirma ser víctima de una fuerte adicción al sexo y está siendo tratado en un centro especializado. Voy a tener que recomendarle a algún que otro amigo esta clínica para que sea tratado por sus supuestos “coqueteos sin ir más allá”.

Hace poco leí una frase que decía: “la primera vez que me engañes la culpa será tuya, la segunda vez, la culpa será mía”. Es verdad que, según estudios científicos, el hombre es infiel por naturaleza y para ellos es sólo una cuestión de sexo sin importancia y no de amor. Es la mujer la que le da esa categoría y esa importancia que ellos no le dan y que, quizás, no merezca. Y si no fíjense en los animales. Son los machos los que acechan y buscan a las hembras para montarlas y cuantas más mejor y son las hembras las que van detrás de ellos para ser cubiertas. Es una cuestión de naturaleza y de instinto animal. También es verdad que, hay mujeres que tienen en su cerebro más parte masculina que femenina y se comportan de igual manera que el hombre a la hora de mantener relaciones, de ahí que las haya también, y mucho, infieles por naturaleza. A cada uno lo suyo que no sólo el hombre peca, bueno, y tampoco todos, qué conste que me consta que hay excepciones. Es verdad que no se puede generalizar y que no todos son iguales.

Cada día que pasa me convenzo más de que el amor eterno no existe, no existe el hombre perfecto ni la pareja ideal. Es todo un montaje, un cuento, una película. Tengo una amiga que me pone los pies en la tierra de vez en cuando. Ella es la mujer ideal para un hombre y la mujer que toda mujer querría ser. Cuerpo de mujer y pensamientos de hombre. Si ellos la engañan y la utilizan, ella también a ellos. Tiene cerebro de hombre en cuerpo de mujer, y eso no quiere decir que esté atrapada en un cuerpo equivocado y necesite una operación para cambiar de sexo, no. Sólo que piensa como ellos, en los negocios y en las relaciones personales. Cabeza fría. Se divierte y no promete nada. ¿Qué pasa?, que al ser mujer no comete el error de algunos hombres que si que prometen lo que luego se olvidan de cumplir. Espero que siga así mucho tiempo y que un día no llame a su puerta el hombre que le haga tirar por tierra toda su teoría y sucumba, sin razón ni lógica, a los designios del amor.

Hace poco comí en el restaurante de un amigo y me contó historias para no dormir del lugar en cuestión. Como hombres de reputado nombre y familia, van los domingos al restaurante con su mujer ideal y sus hijos perfectos y luego, entre semana, acuden con la amante al mismo sitio sin que se les caiga la cara de vergüenza. O un cliente que va tres veces a la semana a comer, pero con diferente amiga y la actitud no es de amistad, se lo aseguro. O como entre dos hombres, uno conquistador y otro seductor, compiten inconscientemente por batir un récord de presas cazadas a la semana. Creo que va ganando el seductor. Para el que no vea diferencia, el conquistador tiene que currárselo porque lo de la seducción es algo innato. El colmo es, que dos matrimonios estén cenando, desaparezca la mujer de uno y el marido de otra y se fundan en el baño en una tórrida pasión encima de la taza del wc. ¿Increíble? Pues créanme que es verdad, he visto cómo una señora entraba al baño y el señor detrás. No pude resistir la tentación de seguirles y comprobar, con mis propios ojos, lo que me estaban contando en esa misma comida. ¡Qué fuerte!

Antes de decidir el tema de este artículo, le consulté a un amigo que le parecía la idea y me dijo que mejor no tocarlo porque resulta incómodo hablar de cosas que todo el mundo hace pero que todo el mundo oculta y calla. Les puedo asegurar que, efectivamente, es un tema incómodo y que hay más gente infiel de lo que parece. Entonces ¿si hay tantas infidelidades, por qué nos escandalizamos cuando nos enteramos de un caso concreto? Estamos hartos de ver noticias sobre parejas que se rompen por infidelidad, presentadores de televisión, cantantes, actores, toreros, escritores, deportistas… estos son los que tienen profesiones conocidas pero también los hay que no las tienen, todo el mundo conoce a alguien que ha sido infiel. Si es algo tan normal ¿para qué casarse y prometer cosas que no se pueden cumplir? ¿Por qué fingir de cara a la galería cuando es lo más normal del mundo? Es políticamente incorrecto, claro. Y como ya dije antes, se que hay excepciones y que también hay muchas mujeres infieles. La diferencia está en que esta sociedad alaba al hombre que es infiel llamándole “machote” y descalifica a la mujer infiel llamándola “puta”.

Volviendo al tema del mensaje de texto, le enseñaré este artículo a una amiga que ha dejado a su amante por sms cientos de veces y sigue consintiendo que él la siga engañando, a ver si aprende de la cantante esposa del futbolista. Mi madre siempre me ha dicho que, si quisiéramos, las mujeres dominaríamos el mundo. Está claro que una mujer puede hacer con un hombre lo que quiera.  El problema es que hay mujeres que lo han entendido mal y permiten que los hombres las engañen y que los hombres engañen con ellas

 

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