A los españoles nos encanta un escándalo, un escarnio público y unos cuernos, eso es así, mientras que los protagonistas no seamos nosotros, claro. He visto como, hasta en algún programa informativo, daban como noticia la infidelidad a Tamara Falcó. Dicen que es humillante enterarte de que te han puesto los cuernos justo tres días después de anunciar tu compromiso con la joyita. Porque el prometido es una joyita y todo el mundo lo sabía. Hasta ella. Pero el amor es ciego y los amigos unos capullos, porque ahora todos afirman ser conocedores de las infidelidades del novio, todo el mundo lo sabía, pero nadie se lo había dicho, pero, ¿por qué nadie lo hizo? Tamara debería aprovechar para hacer criba de amistades. Otra cosa que me alucina es que su agencia le aconsejara tener novio para “no ser la solterona” o hacer ciertas cosas o no para que su imagen no se viera dañada. Estamos todo el día quejándonos de los estereotipos sociales y al final, seguimos siendo una sociedad acomplejada y manipulada por estas sandeces. Tamara es humana, de carne y hueso, como tú y como yo y, como a ti y como a mi, la han engañado y sufre y no pasa nada porque esto pasará, eso sí, para nada es una humillación que un tipo te ponga los cuernos. No es una humillación ser engañada. Es, simplemente un acto cobarde y falto de lealtad de quien lo hace, que demuestra el tipo de persona que es.