Ayer fui al Wizink Center para disfrutar de la celebración de la cuarta copa de Europa de la Selección Española de Baloncesto. El antiguo Palacio de los Deportes de Madrid se llenó, no del todo, pero lo suficiente para que La Familia se sintiera querida y aclamada. Pasaron varias cosas: sonaron canciones que no había escuchado en la vida y que la gente coreaba a grito pelado. Conclusión: soy mayor. Entraban famosos por el lateral en el que estaba y los de mi alrededor decían: “mira, ha entrado fulanito”, “ese es menganito”, etc. Conclusión: estoy mayor. Algunas personas despedían un olor asqueroso al levantar su brazos para aclamar a los jugadores. Conclusión: hay que lavarse más. Se agitaron, sin pudor, banderas de España y se gritaron “Viva España” sin miedo alguno. Conclusión: somos patriotas sin complejos solamente en lo deportivo. Y hablando de patriotismo, por fin ayer se produjo el momento que tanto temían los antimonárquicos. Los reyes y los eméritos se sentaron juntos públicamente, después de años sin hacerlo. A algunos les ha producido urticaria este momento. Deberían hacérselo mirar porque, de verdad que no es para tanto. Es lógico que un padre y un hijo se sienten junto en el funeral de un familiar. Lo que no es normal es que levante polémica el hecho. ¿Dónde está el problema?, ¿Qué pasa por esto?, ¿Cuáles son las consecuencias? Creo que no ha pasado ni va a pasar absolutamente nada así qué, por favor, centrémonos en los problemas realmente importantes que tiene España, que son muchos.