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¿Tienes un minuto? Te cuento algo sobre mi tercer día de gym

Posted By on 15 noviembre, 2022 in OPINIÓN: ¿TIENES UN MINUTO? TE CUENTO UNA COSA SOBRE... | 0 comments

Ayer fue mi cuarto día de gimnasio y he llegado a algunas conclusiones que me gustaría compartir. Quizás no esté descubriendo nada, porque seguro que ya se habían dado cuenta ustedes, pero para mí, es todo un descubrimiento, un mundo a parte, un estilo de vida diferente del que no tenía constancia. Hasta ayer.

En tan solo cuatro días me he dado cuenta de que hay varios tipos de personas que van al gimnasio. Están los que vamos porque lo necesitamos, por prescripción médica, para movernos un poco, intentar bajar algo de peso por salud y tonificar un poco los músculos para no perder masa muscular. A estos, a nosotros, nos cuesta la misma vida y una fuerza de voluntad tremenda. Luego están los que van al gimnasio porque les gusta cuidarse. Van con ganas y entrenan sin llamar la atención, a su rollo. Otra especie es la de los escandalosos, los que se hacen notar porque hablan alto y se pasean todo el rato de aquí para allá para que veamos que están allí y que son unos valientes musculosos que hacen ruiditos mientras suben pesas y se miran al espejo. Por último están los exhibicionistas. Estos son los mejores. Van con ropa marcada, ajustada, para que se les note bien el músculo. Ah! y no me puedo olvidar de los postureros. Porque el exhibicionista va y se muestra, se regodea, pero se también se machaca. Pero los del postureo no, esos tienen buen cuerpo por la gracia de Dios, hacen poco y se fotografían mucho. A todos estos los he visto en estos cuatro días.

Yo soy del primer grupo: la que va con sus asitas del amor en la cintura, la que tiene donde agarrar y pone la cinta a 5 porque si no se asfixia y le da un jamacuco, la que lleva ropa ancha para disimular las carnes y a los 45 minutos de entrar, está saliendo por la puerta con el objetivo cumplido mientras las del grupo exhibicionista, esas que van marcando músculo con ropa tres tallas menos, enseñando hasta el cielo de la boca, me miran como si la foca del barrio hubiera venido a divertirse a nuestro edén. Los de este grupo, tontean mucho entre ellos. Ligotean, se dicen cosas; “haz esto así o asá”, “espera que te ayudo”, mientras los que se machacan y los que van a su rollo, pasan totalmente desapercibidos. Mientras tanto, la última especie, la influencer posturera, usa a su entrenador personal para hacerse fotos y luego subirlas a su red social. Este es el nuevo mundo, totalmente desconocido para mí, en el que he comenzado a habitar, eso sí, no sé durante cuanto tiempo.

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