El Congreso de los Diputados es ese lugar esperpéntico que sale del bolsillo de todos los españoles, de todos, ya sean andaluces, catalanes, gallegos, vascos o manchegos. Nada más entrar a trabajar, además del sueldazo base, que supera los tres mil euros, se le añaden los pluses de representación y un bono taxi para que se puedan pagar sus desplazamientos. Las dietas, que no se olviden. Y el iPad tampoco, por favor. Pues ahora tenemos que añadir los pinganillos y los traductores, para que los representantes de los españoles de las comunidades catalanas, vascas y gallegas hablen en sus respectivos idiomas y el resto pueda entenderles en español, idioma que todos hablan y entienden. Pero claro, es que los traductores van a traducir al español entonces, cuando el vasco hable en vasco, al catalán y al gallego le van a traducir a español. y si habla el catalán, al vasco y al gallego le traducirán al español y lo mismo ocurrirá con el representante gallego, que hablará en gallego, pero el vasco y el catalán van a escuchar sus palabras en español. Hasta un niño de 6 años entendería que esto es una tomadura de pelo totalmente innecesaria y ridícula. Un capricho de los poderosos que sólo piensan en ellos. Es el precio del poder, que nos sale muy caro.
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